¿Revolución Árabe?

Túnez, Egipto, Argelia, Jordania, Yemen, Marruecos, Libia, son los nombres de los países que últimamente son noticia en el mundo por la serie de protestas y manifestaciones que han dado lugar también a fuertes confrontaciones populares.
Ubicados en el Norte de África y Medio Oriente tienen características comunes  que van más allá de lo territorial, todos tienen regimenes políticos autoritarios, antidemocráticos, en algunos dictatoriales y monárquicos. Estás palabras parecieran hablar del  pasado, pero no relatan más que el presente de estas sociedades; sin embargo,  también describen muy bien la actualidad, la resistencia, el movimiento popular, el inconformismo, la rebelión.

En lo que va de este año en estos países se han generado masivos procesos de protesta, la principal razón se ha ubicado en la falta de democratización del Estado (posterior a la “independencia” de estas “naciones”), además del ejercicio autoritario y corrupto del poder por parte de las élites, las cuales se han mantenido durante largas décadas a partir de las exuberantes ganancias petroleras.

Algunos de estos países, como es el caso de Egipto, han sido fieles y obedientes a las determinaciones imperialistas y se han configurado en aliados estratégicos de gran importancia (Egipto es el tercer mayor receptor de recursos en asistencia militar de EU, luego de Israel y Colombia, además de ser el principal aliado de Israel y EU en la región). Es por ello que los actuales sucesos han puesto en movimiento las opiniones y percepciones del los proyectos de transformación y cambio en el mundo.


La rebelión y la desobediencia civil, expresadas con vehemencia por los manifestantes, han contado con el uso de las redes sociales como principal canal de comunicación (en un primer momento) para el encuentro, lo cual ha permitido visualizar nuevamente el gran potencial comunicativo que pueden tener estas redes informáticas. No obstante, en algunos países, como es el caso de Túnez, Egipto y Libia, el gobierno tumbó el servicio de red para tratar de apaciguar las movilizaciones, cuestión que no tuvo los frutos esperados ya que la magnitud del movimiento ha llevado a utilizar las formas más tradicionales y básicas de comunicación en la cotidianidad.

Los dos “triunfos” hasta el momento (de todo este movimiento árabe) son la caída de Ben Alí en Túnez y de Hosni Mubarak en Egipto, dando paso en ambos casos a gobiernos de transición que por el momento no aseguran nada. O que tal vez son un logro como exigencia de democratización de la esfera política, pero que si no trascienden en el ámbito social mantendrán una estructura excluyente.

El fuego de la rebelión nuevamente se ha encendido con vigorosidad en el Norte de África y Medio Oriente, resurge la memoria y la resistencia es presente, generándose una gran expectativa mundial por la firmeza de estos acontecimientos, pero con la duda aún acerca del futuro de los mismos.

Lo que si queda claro es que el inconformismo de la población árabe se ha hecho manifiesto de una forma radical. Falta esperar para continuar con las reflexiones y observar si este inconformismo avanzará a un estado mayor que permita la configuración de propuestas y proyectos transformadores, de procesos revolucionarios tal vez.

¿Se gesta una nueva oleada de luchas y resistencias por la transformación?, ¿se acercarán estas rebeliones a un objetivo transformador más amplio, social y económico, y no se conformarán meramente con el cambio de gobernante?, ¿habrá revolución árabe?

Estas son algunas de las dudas que permanecen en nuestras reflexiones. Ojala que nuevamente podamos consignar en la historia el triunfo de luchas populares, ojala que si, que el rumbo sea transformador y radical. Solo el tiempo y la resistencia de los pueblos nos darán respuestas a estas dudas.