Norte de España, Victoria (Gasteiz en Euskera), 3 de marzo de 1976, barrio Zaramaga, Iglesia San Francisco de Asís, obreros, huelguistas, manifestantes, el pueblo de un lado; la policía, la “fuerza pública”, el gobierno de transición del otro. Piedras, balas, gases, pelotas de goma, asfixia, caos, desesperación, resultado: una masacre, represión, 5 muertos y más de 100 heridos, sin necesidad de aclarar de que bando...
Los hechos se remontan al año de 1976, en los inicios del denominado periodo de transición tras la muerte de Francisco Franco el 20 de noviembre del año anterior. La situación: cientos de obreros, desde principio de año habían entrado en huelga, reclamando un salario digno, y mejores condiciones laborales, desde enero, se habían hecho ya tres llamados a la huelga generalizada, a la que cada vez se le sumaban más trabajadores, y el 3 de marzo, en la asamblea número dieciocho sucedió, los manifestantes fueron brutalmente reprimidos.
La asamblea se desarrollaba al interior de la Iglesia San Francisco de Asís con total consentimiento de los párrocos. De un momento a otro la policía rodeó el lugar, y haciendo caso omiso a los trabajadores, a los sacerdotes y a la razón, comenzaron a bombardear el lugar (completamente cerrado) con gases lacrimógenos y a disparar balas de goma.
Los que estaban cerca de las puertas y lograron encontrar entre tanto humo la salida, fueron recibidos en la calle con ¡armas de fuego! por parte de la fuerza pública, que disparaba a los manifestantes como cuando un cazador en el bosque le dispara a su presa. Los trabajadores, inútilmente, se defendían con piedras. Cinco muertos, de los cuales dos fueron en el lugar de los hechos, y los otros tres en las semanas siguientes al acontecimiento debido a sus profundas heridas.
De manera absurda, Manuel Fraga, heredero del franquismo y ministro encargado de las fuerzas del orden durante los hechos y que en ese momento se encontraba en Alemania, negó los hechos, y lo que es aún peor, más de 30 años después aún se sigue negando a responder al parlamento sobre los sucesos de aquel 3 de marzo.
Varias fueron las décadas en las que la población española vivió en un estado de fascismo puro, en el cual era reprimida brutalmente cualquier muestra de manifestación reivindicando la justicia social. En época de transición la situación no cambió mucho, y aún se conservan muchos residuos de aquellos días.
Como el 3 de marzo de 1976 en Gasteiz, las actuaciones del pueblo por un nuevo mundo, fueron y son reprimidas violentamente por estados de derecha, que justificándose con motivos absurdos pretenden mantener un estado de las cosas en el cual unos pocos siempre salen ganando.