La
Universidad Nacional de Colombia a lo largo de su historia ha sido reconocida
como la conciencia crítica de la Nación, ya que ha jugado un importante papel
en distintos momentos de la vida política del país, no solamente a partir del
ejercicio propio de la academia sino también porque su comunidad educativa se
constituye en un importante actor de la movilización social.
Una
de las más constantes críticas que se ha hecho, tiene que ver con el juego
democrático con el que una élite se legitima en el poder, y que no trasciende
del ejercicio (la mayoría de las veces muy poco reflexivo) del voto.
Con
todas esas críticas que además se repiten cuando se habla de la limitada
democracia universitaria, se esperaría que en los espacios en los que se tiene
alguna incidencia (como es el caso de la representación estudiantil) se
construyera de manera diferente, de una forma que se presente como propuesta
respecto a lo que tanto se cuestiona.
Sin
embargo, durante los últimos días se llevaron a cabo en las distintas
facultades las campañas para la elección de representantes estudiantiles, las
cuales no distaron mucho del ejercicio político tradicional.
En
primer lugar vale la pena ver la forma en la que se desarrollaron las campañas:
desde hace unos días los candidatos de repente se volvieron compañeros de todos
los estudiantes y se interesaron en el debate sobre las problemáticas de las
facultades, casi como políticos en campaña.
Por
otra parte, en todos lados se ven carteles, pintas, pendones que no invitan a
la reflexión y que lo único que hacen en últimas es invitar a votar por una
plancha.
Cerrando
la crítica a las campañas, los eventos que se propusieron no estuvieron
encaminados (como debería ser) a la construcción de propuesta con los
estudiantes, sino que se limitaron a espacios ruidosos que muy poco contribuyen
a la calidad académica a la que tanto se hace referencia.
Pero
la reflexión no solo tiene que ver con la forma, sino que contiene reflexiones
de fondo respecto a cómo se entienden la representación y la unidad.
Para
nadie es un secreto que varias de las organizaciones e individuos que se
encontraban en campaña hacen parte de la MANE. Esto lleva a cuestionar el hecho
de que en algunas facultades existían dos, tres, cuatro planchas de
organizaciones que por fuera del espacio electoral están trabajando para por la
consolidación de la unidad del movimiento estudiantil; entonces, si llevamos
dos años construyendo consensos y acuerdos y hablando de unidad ¿Por qué no se
pasa del discurso a la práctica y se construye unidad desde lo real? ¿Qué
intereses se mueven detrás de no hacerlo?
Otro
de los puntos que hay que cuestionar tiene que ver con la falta de propuestas
de los aspirantes. Aquí una vez más se evidencian discursos carentes de
contenido donde se reivindica la necesidad de más y mejor financiación, de más
espacios democráticos, de educación de calidad, pero no se hacen propuestas concretas
acerca de cómo ganar estas cosas desde las realidades concretas de las
facultades.
Todo
esto, es escrito no en ánimos de hacer señalamientos, ni de estigmatizar a
quienes participan de estos procesos, ni mucho menos de negar la importancia de
la organización estudiantil. Este texto, más que todo eso, pretende ser un
llamado a que los discursos se correspondan con la práctica, a que la crítica
sea también autocrítica, a que esta venga acompañada de propuesta, y a que los
cambios que tanto pedimos empiecen desde adentro, desde nosotros.