El
1, 2 y 3 de junio de éste año se realizó el VII plenario de la MANE en la
Universidad de Antioquia, siendo, tal vez, uno de los plenarios más importantes
en esta corta y reciente pero continua historia que ha venido recorriendo el
movimiento estudiantil.
Durante
estos tres días se realizaron los debates finales entorno al grueso de la
propuesta de educación superior, así como también se abordaron temas
organizativos y proyecciones tácticas para el segundo semestre del año en
curso, determinadas principalmente por la legitimación y disputa del proyecto
de ley alternativa.
De
una u otra forma en esta sesión se ajustaron y cristalizaron los avances del
trabajo programático desarrollado en el último año y medio[1],
trabajo arduo que implicó la realización de reuniones periódicas, foros,
seminarios, comisiones académicas, encuentros estudiantiles, así como el primer
encuentro social y popular. Estos encuentros de carácter nacional permitieron
darle continuidad a la elaboración de la propuesta de forma unificada, y se
nutrieron a su vez de los insumos generados en los espacios de construcción
local que a la par se iban desarrollando.
En
todo este proceso se contó con apoyo permanente de profesores de distintas
universidades, los cuales por su misma experiencia y compromiso en la defensa
de la educación superior ya contaban con insumos y propuestas para aportar a la
construcción. Sin embargo, es necesario clarificar que, a pesar de la importancia
que tiene la edificación de la nueva Ley Alternativa, la participación
estudiantil durante este tiempo fue mucho más baja que durante las
movilizaciones que lograron parar la reforma gubernamental, lo cual analizo desde
dos puntos: primero, que a partir de la decisión de bajar el paro (en noviembre
de 2011), un sector del estudiantado desestimó la posibilidad de que el proceso
fuera a continuar y a avanzar en la conquista de una nueva educación, posición
que recogía un gran nivel de radicalidad, pero también era sumamente reivindicativa
ya que proponían que el gobierno efectuase pequeños cambios para amortiguar la
profunda crisis de la educación superior; y segundo, en continuidad de lo
anterior, se generó cierta incertidumbre sobre la MANE y comenzó a cuestionarse
hasta qué punto ésta era/es un escenario abierto a la participación de todos los estudiantes, debido a que en los debates era evidente que diversas fuerzas
políticas estudiantiles (representadas en organizaciones de carácter nacional)
hacían/hacen grandes esfuerzos por imponer sus visiones, lo que conllevó –pudiendo
ser aún vigente– la pérdida de cierta parte de la base social y el reconocimiento
de la MANE dentro del estudiantado.
No
obstante, es de precisar que los niveles de la discusión frente a una propuesta
de educación superior son desnivelados entre procesos organizativos que cuentan
con acumulados programáticos y propuestas para el cambio de la educación
superior, y la comunidad estudiantil en general, en algunos casos despolitizada
y sin propuestas claras, con un alto compromiso para la movilización y el
rechazo a una propuesta, pero con grandes vacíos y pocas expectativas para
emprender una labor de construcción, a mediano plazo, de una nueva ley de
educación superior.
Sin
embargo, aún con todas la dificultades internas, con los obstáculos que
interponía el gobierno, y los medios de comunicación que han tratado de
desacreditar el proceso, hoy puede decirse que la MANE ha cumplido su tarea y
que para este año 2013 ha finiquitado el proceso de discusión y elaboración de
su principal herramienta para la lucha social y política: una propuesta de Ley
Alternativa de Educación Superior.
Desde
finales de 2011 hasta lo que va corrido de 2013 la MANE ha trasegado por los
inicios de su existencia en la vida pública nacional como principal actor
político nacional articulador del estudiantado, de igual forma, en este tiempo
han emergido apuestas de articulación local y regional que son muestra de la
perspectiva de desarrollo del proceso y que fortalecen los procesos de lucha
por una nueva educación superior. Podríamos caracterizar este tiempo, como un
período de latencia en el movimiento estudiantil, asumiendo que en la
construcción y desarrollo de los movimientos sociales, hay momentos de
irrupción en la escena pública y de álgida movilización en la coyuntura, así
como momentos de latencia, donde pareciera que el movimiento desaparece, pero lo
que sucede es que hay una dinámica con menor visibilización pública en la que
se construye y fortalece el proceso en la búsqueda de un accionar más poderoso
a corto o mediano plazo, normalmente se asocia con un mayor relacionamiento
hacia adentro del movimiento.
A
continuación mencionaré, de forma concisa, algunos elementos que pueden
entenderse como aportes y avances del movimiento estudiantil en este período de
articulación mediante la MANE:
a) Acierto y triunfo en la coyuntura de 2011: Podríamos decir que desde
sectores organizados del estudiantado hubo una lectura acertada del escenario
de disputa frente a la reforma a la Ley 30, lo cual propicio la creación de la
MANE y permitió afrontar la coyuntura de forma inteligente y con acumulados, a
lo cual vale la pena agregar el ánimo unitario y la voluntad de articulación de
distintos sectores. Fue notorio el hecho de que hubiese dos puntos claros para
la coyuntura (rechazo de la reforma gubernamental y apuesta de construcción
democrática de una nueva ley) que, viabilizados mediante una movilización
permanente, unificada, amplia e innovadora, permitió poner al gobierno contra
la pared y arrancar un valioso triunfo para el sector estudiantil y universitario,
así como para el movimiento social y popular colombiano.
Valga la pena resaltar el desarrollo de
movilizaciones coloridas, alegres, creativas, que facilitaron la participación
de una gran parte de la comunidad educativa y permitió ganar en credibilidad y
aceptación frente a la población colombiana.
b) Construcción programática: Sin lugar a dudas uno de los principales soportes de
este procesos unitario como lo es la MANE ha sido la construcción programática
entorno a los 6 puntos del programa mínimo, que suponen la definición de unos
mínimos comunes para la acción política, sin desconectarse de lo
reivindicativo, además que estos son puntos cardinales para pensarse una nueva educación.
Durante este tiempo han sido amplios y diversos los
escenarios de discusión y articulación de
propuestas, tanto en instituciones, a nivel local-regional y en
escenarios nacionales, también es necesario mencionar que se ha pasado por
fuertes y nutritivos debates ya que en un principio (debido a la misma base
social del proceso) primaba una visión fundamentada en una apuesta de nueva
universidad pública, a lo cual se fue anexando y complementando distintos
aspectos atinentes a universidades privadas y a instituciones técnicas y
tecnológicas, logrando con ello avanzar en la constitución de una propuesta de
educación superior en su conjunto y no fragmentando el debate entre
universidades e ITT´s o entre instituciones públicas y privadas.
c) Más allá del movimiento estudiantil universitario: Tal vez uno de los elementos
más nuevos en la constitución del movimiento en este tiempo ha sido el hecho de
que no sólo haya participación de estudiantes de instituciones públicas como ha
sucedido normalmente, sino que para el caso de la MANE nos encontramos con una
importante participación de estudiantes de instituciones privadas (obviamente
no mayor a la de estudiantes de instituciones públicas), que han nutrido el
debate y ampliado el marco de la discusión, además que ha permitido, como es
también el caso en el movimiento estudiantil chileno, asumir que la lucha por
una educación pública no se restringe a la comunidad estudiantil de
instituciones públicas, sino al grueso de la juventud y el estudiantado, así
como a la población colombiana en general. De igual forma el movimiento se ha
diversificado aún más con la participación de estudiantes de distintas
instituciones técnicas y tecnológicas y con la presencia de estudiantes del SENA;
esto, aún pudiendo representar la necesidad de mayores debates, ha nutrido y
potenciado el proceso de la MANE.
d) El alcance nacional y el proceso articulador permanente: Luego de algunos intentos
en años anteriores, cuando se trabajó en la constitución de una coordinadora
nacional estudiantil universitaria[2], la
MANE consigue ser la experiencia con mayores logros en la construcción de un
proceso nacional que pueda darle conducción unificada al movimiento estudiantil
colombiano, además que ha permitido desarrollar un proceso de articulación
permanente a partir de la realización de encuentros nacionales plenarios,
organizativos, programáticos, académicos, de comunicaciones, y asumiendo
también que en diversas instituciones educativas y localidades se ha avanzado
positivamente en la creación de escenarios de coordinación, principalmente
entre procesos organizativos del estudiantado. Esta característica de
construcción nacional es fundamental cuando el adversario de una lucha social
se encuentra representado de igual forma por una instancia nacional, es
claramente un logro que debe fortalecerse en la perspectiva de seguir teniendo
una importante figuración en el escenario político alrededor de un proyecto de
nación.
No obstante, es preciso mencionar que no se ha
logrado constituir a la MANE como un referente organizativo para el común del
estudiantado, y en ciertos momentos se ha generado desacreditación porque se
observa el espacio como un escenario de hegemonía de las organizaciones
estudiantiles nacionales. Así mismo, en el momento que se definió elegir
voceros nacionales, aún siendo necesario hacerlo, se optó por llevarlo a cabo
mediante un ejercicio que no reconocía la diversidad del estudiantado y la
participación de todas las regiones, lo cual conllevó una gran expresión de
centralismo (bogotano) y una pelea conversada/consensuada entre las
organizaciones nacionales por los puestos de vocería[3].
Por último, resulta importante mencionar que hay diversas
discusiones por delante, como es el caso de si la MANE continúa siendo una
espacio articulador de organizaciones estudiantiles o si se define como la
posible organización unitaria de los estudiantes de la educación superior en
Colombia, lo cual es un debate de importantes dimensiones y que puede definir,
en cierta medida, el futuro del proceso.
e) Del movimiento estudiantil al movimiento por la educación: Aún cuando la lucha contra
la reforma gubernamental y todo el proceso de construcción de la propuesta de
ley alternativa ha estado sustentada en el sector estudiantil, no es posible
desconocer que para que el triunfo en el 2011 hubiese sido posible y tuviera el
impacto que tuvo fue primordial extender la discusión más allá de las
instituciones educativas, se requirió construir estrategias para visibilizar
públicamente el proceso y ganar simpatías de la población colombiana ante la
lucha que se desarrollaba.
Por otra parte, de forma acertada, la MANE optó por
definir que la lucha por una nueva educación se enmarca en la construcción de
un país con soberanía, democracia y paz, ensanchando con ello el marco de
referencia, de una lucha netamente reivindicativa-sectorial a pensarla con un
alcance político y transformador (mediante pequeños cambios como lo es una
posible nueva ley). Esto se ha visto representado en el llamado a realizar
escenarios denominados “Encuentro Social y Popular” que tienen el objetivo de
trascender de la idea de que debe ser el movimiento estudiantil el único actor,
para pasar a una idea en la que el movimiento estudiantil es actor protagónico
pero se convoca a la construcción de movimiento por la educación donde
confluyan estudiantes, docentes, trabajadores, jóvenes, padres, madres, indígenas,
campesinos, afrodescendientes, etc, es decir convocando a que los sectores
populares en su conjunto hagan suya la lucha por una nueva educación superior.
f) Apuesta por la construcción de coyuntura: Finalmente, el que la MANE asumiera
la construcción de una propuesta alternativa de ley, permitió dar un salto en
la posibilidad de superar el histórico coyunturalismo y el ejercicio
reaccionario, para avanzar hacia escenarios en el que la disputa política pueda
contar con elementos como la propuesta y la iniciativa política por parte del
movimiento, así como la posibilidad de contar con todo un acumulado que
sustente la lucha y la realización de posibles acciones de hecho que produzcan
nuevamente la irrupción del estudiantado en la escena pública, esta vez con el
objetivo de construir una coyuntura en la cual se pueda disputar y ganar una
nueva educación para tod@s l@s colombian@s. No obstante, siendo este el principal
avance del proceso, este punto aún está en perspectiva, ya que dependiendo de
lo que se desarrolle en este semestre es que sabremos si el movimiento maduró y
asumió el profundo reto de ser un actor con agenda y proyectos propios, que no
depende ni pone a depender su acción de las formas de accionar y de los tiempos
de su adversario, el gobierno nacional.