Identidad Estudiantil U de A - Oficina Estudiantil UN
Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes
que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil.
Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas,
pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático.
Manifiesto de Córdoba - 1918
El documento que se presenta a continuación fue construido en el marco de las V Jornadas Universitarias “Construyendo Universidad Popular”, en las que Identidad Estudiantil de la U de A, y la Oficina Estudiantil de la UN nos hemos articulado para abrir espacios de debate crítico y propositivo en los escenarios universitarios de la ciudad.
A partir de diversas lecturas y discusiones entre los dos procesos hemos construido la ponencia “El movimiento estudiantil y su papel en la construcción de paz” la cual hemos dividido en tres partes. En primera instancia señalaremos unas breves nociones generales sobre lo que se entiende por paz (desde diferentes posturas), además del contexto en el que se encuentra el país respecto a ella y los actores que consideramos deben ser partícipes de la misma. Posteriormente daremos unos visos de lo que consideramos es la educación haciendo énfasis en el papel que desarrolla en el espacio universitario y posteriormente terminaremos con los diferentes avances que desde el movimiento estudiantil se han dado respecto a la construcción de paz en el país.
¿Qué es eso de la Paz?
Como bien sabemos, la coyuntura del país desde hace aproximadamente un año se enmarca en el proceso de la mesa de negociación. Así, desde la declaración abierta del inicio de los diálogos oficiales del gobierno con las FARC para la terminación del conflicto, todos hablan de paz: el gobierno, las guerrillas, los medios de comunicación, las organizaciones sociales, los académicos e intelectuales… El país se ha puesto en sintonía de ella, sin embargo, muchas y muy diversas son las miradas acerca del tema, y vale entonces preguntarse ¿qué se entiende por paz y qué por conflicto? ¿Quiénes son los actores que participan en esta paz? ¿El fin del conflicto armado, necesariamente significa la consecución de la paz? ¿Paz con justicia social o Paz por medio de la justicia social? Entre otras que se irán desglosando a lo largo de la exposición de las presentes ideas.
Para entrar en ideas concretas acerca de lo que puede ser la paz, nos hemos basado en la cartilla “El conflicto sociopolítico colombiano y la construcción de paz transformadora y participativa”, realizada por el investigador Esteban Ramos, y promovida por una gran cantidad de organizaciones sociales de todo el país como el CNA, Fedeagromisbol, la ACIN, Paz con Dignidad, entre otras. Dicha cartilla propone cuatro tipos de paz que presentaremos a continuación y que se pueden dar, a través de la guerra, de las negociaciones, o de la participación activa del movimiento social.
En primer lugar, la idea de que exista una victoria militar por parte del gobierno es una idea que excita a unos pocos, pero que aún sigue viva, no solo en las posturas oficialistas, sino en una parte de los sectores económicos del país, así, encontraríamos el primer tipo de paz, que es “la paz que desea el gobierno”, en donde no existe negociación, ni desmovilización, ni cambios en los sistemas político y económico, y en donde la guerra se culmina a través de una derrota militar de las insurgencias, que facilita, claro esta, la perpetuación de un modelo político, económico y social excluyente y al servicio de los grandes capitales.
El segundo tipo de paz propuesto es la paz negativa. En este escenario se plantea la inminente necesidad de parar el conflicto armado, sin embargo, en el análisis, este se encuentra separado del conflicto social, político y económico. Se desconocen entonces las causas estructurales del conflicto, y no se postulan cambios en el sistema político que sigue siendo totalmente legítimo. Además de ello, se considera que la sociedad civil está representada en el Estado.
En tercera instancia se encuentra la paz positiva, en la que la sociedad civil (organizaciones sociales, gremios económicos, iglesia) es un actor diferenciado del Estado a la hora de una negociación. Así se reconoce su importancia y con ella la posibilidad de transformar algunas cuestiones estructurales del sistema político y económico.
Por último se encuentra lo que la cartilla propone como paz transformadora, que a diferencia de las anteriores considera la paz como un proceso y no como un resultado. En esa medida toman vital importancia la discusión de los modelos político y económico excluyentes y la transformación de estos. Además, el pueblo organizado es un actor prioritario ya que es el encargado de construir modelos convivenciales en los cuales se promueva el buen vivir desde los territorios.
En este sentido diferentes organizaciones sociales y populares a lo largo y ancho del país se han venido agrupando para materializar la paz transformadora que han venido construyendo desde sus territorios. La idea de articular procesos a nivel nacional, es de suma importancia a la hora de realizar cambios estructurales en todo el país, y es aquí donde procesos como Marcha Patriótica o Congreso de los Pueblos adquieren relevancia.
Como parte activa de los actores que se han dado a la tarea de construir perspectivas transformadoras y participativas en torno a la paz, está el estudiantado colombiano, que a pesar de sus diferencias ha tratado de encaminar procesos por la construcción de paz en el país. Así, los estudiantes se han manifestado básicamente a través de la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) y por medio de la participación en diferentes plataformas como las ya mencionadas anteriormente. Este, es el punto central de la ponencia, y para desarrollarlo, antes se arrojarán algunos aspectos claves en torno a la educación y su papel en la sociedad.
La Educación y los campos de combate
La educación entendida como práctica social se ha caracterizado por ser un proceso mediante el cual se reproducen un conjunto de normas y valores establecidas, que finalmente son las que van a permitir la permanencia y consolidación del status quo. Así la educación se ha institucionalizado y oficializado, a través de escuelas, colegios, centros de educación superior, además de las familias e iglesia (religión), principales instituciones encargadas de la educación.
Además de lo que podríamos considerar como perspectivas dominantes o hegemónicas en la educación, al interior de esta se han gestado también perspectivas críticas, que, al decir de Estanislao Zuleta, proponen la educación como un campo de combate, y que confrontan las posturas oficialistas, con posturas liberadoras, que no buscan la reproducción de los valores y normas establecidas. Así, vemos en la educación, por su carácter socializador, un campo para la lucha de ideas, y un pilar fundamental para procesos de transformación social por la posibilidad de construir patrones éticos y culturales totalmente distintos.
La discusión sin duda alguna se complejiza cuando hablamos del espacio universitario, ya que, este ha sido entendido como un espacio fundamental en la construcción de conocimiento, acorde con las necesidades de la sociedad. Ha sido por historia el escenario crítico, y en parte rebelde (recordar los estudiantes de Córdoba), donde se han gestado diversidad de movimientos de oposición y de proposición. Es así, como entendemos la importancia que tienen los espacios universitarios en la disputa por el conocimiento ya que para los que detentan el poder, la universidad es un espacio valioso que genera intelectuales que pocas soluciones dan a los problemas reales de la sociedad. En relación a esto el Frente Popular Dario Santillan plantea que “la universidad es un trinchera fundamental en esta lucha. Entendemos la importancia de cuestionar y criticar el conocimiento que la universidad produce, el tipo de profesionales que forma, y los intereses y necesidades a los que esta institución responde, para avanzar en la disputa ideológica y en la lucha por una universidad orientada a satisfacer la necesidades del pueblo; y problematizar acerca de la socialización del conocimiento y del rol de una universidad restrictiva en este proceso”.
Lo anterior marca un precedente importante, y es entonces el papel que juega la educación y en este caso la universidad en la solución a las problemáticas que aquejan a la sociedad de la que esta hace parte, aunque no seria solo esto, es el preguntarnos también por el papel que han jugado los sujetos que habitan los campos universitarios en la solución a estos problemas, ya que la institución universidad, tiene muy claro el rol que desempeña en la sociedad pero otro son los intereses que puedan tener las personas que integran dicha institución.
Como parte de este contexto de una universidad (o por lo menos parte de los que le dan vida: estudiantes, profesores, trabajadores) se han ido constituyendo diferentes perspectivas respecto a la paz y su transformación. Es así como a continuación veremos las diferentes apuestas que ha tenido el movimiento estudiantil en el último tiempo, que a pesar de no ser homogéneo en sus postulados y actuaciones, ha tratado de articular a través de su trabajo sectorial, y en diversas plataformas, diferentes apuestas por la paz.
El movimiento estudiantil en la construcción de paz
Como es bien sabido, en Colombia se han librado diversos procesos de negociación entre gobiernos y grupos armados, los cuales han intentado por diversos medios parar la guerra que se vive en el país y buscar caminos para conseguir la paz; sin embargo, estos procesos se han visto truncados por los intereses de cada uno de los actores que han sido partícipes de los mismos.
Haciendo una revisión histórica rápida, encontramos que dentro de los actores que han intentado tal hazaña se encuentran lógicamente los hacedores de la guerra, ya sean militares, paramilitares o guerrilla, pues han sido estos los que han buscado por diversos medios acabar con la guerra, ya sea por la derrota total del enemigo o por una salida negociada al conflicto. Sin embargo, no han sido los únicos actores que han intentado hacer parte de esta trágica comedia de la realidad colombiana, dado que otros sectores de la sociedad en especial los sectores populares y las organizaciones sociales han caminado históricamente en busca de la paz con justicia social, ahora bien el movimiento estudiantil no se escapa de este fenómeno y ha procurado hacer parte de estos procesos.
Es así como el movimiento estudiantil se ha convertido en un actor más en la búsqueda de la paz en Colombia y más que en la búsqueda de la paz en la construcción de un país con vida digna, pues al voltear la mirada hacia atrás e intentar hacer una retrospectiva del mismo, ubicamos unas tendencias en su quehacer político, que nos permitirán demostrar cómo dicho actor no solo ha protestado por lo que a su sector concierne, sino que ha puesto su voz de protesta en otros aspectos.
Como primer elemento esta el acción-reacción, es decir, los y las estudiantes de Colombia históricamente hemos desarrollado nuestras protestas en respuesta a la represión estatal, o a medidas adoptadas por el gobierno, medidas que pocas veces tienen que ver con la educación superior, por ejemplo, los PND. Esta característica del movimiento estudiantil, evidencia que el inconformismo, como rechazo al orden establecido ha estado, y se ha mantenido a través de su historia.
Como segundo elemento estaría entonces el trabajo hacia afuera del sector o intersectorial como le suelen llamar en el mundo de la política. Esta característica del estudiante ha sido una tendencia histórica en su desarrollo como actor político, pues en diversas ocasiones de la historia del país los y las estudiantes han desbordado su trabajo estudiantil para dedicarse al trabajo con comunidades organizadas intentado poner en diálogo los diversos saberes que allí se encuentran para unir fuerzas que permitan mayores cambios en la sociedad colombiana, aunque este no ha sido el único interés del estudiantado colombiano, pues habría que mencionar que el movimiento estudiantil ha intentado organizar políticamente sectores oprimidos de la sociedad para que asuman un papel protagónico en la transformación del país.
Como tercer y último elemento estaría entonces el trabajo propiamente estudiantil o sectorial, pues esta es la principal característica del movimiento estudiantil, la lucha por el conocimiento, ya sea por el acceso a este o por intentar que se pueda realizar una real socialización del mismo.
Aquí podría surgir la pregunta de para que nos sirve esta categorización, ante lo cual planteamos que el objetivo central es evidenciar cómo el movimiento estudiantil ha desarrollado un trabajo que se escapa de la defensa de la educación misma y ha buscado por diversos medios la transformación no solo de la forma como ésta se estructura en el país, sino las causas estructurales que asi la han mantenido, es decir, ubicar el problema no solo en el papel que juega la educación en la sociedad sino a quién o a quienés beneficia la forma como esta se imparte.
Ahora bien no ha sido solo el movimiento estudiantil quien desde su quehacer como sector ha intentado buscar la paz para Colombia, dado que profesores, estudiantes de secundaria y diferentes organizaciones constructoras de una educación liberadora lo han intentado por igual, así que hay momentos en los que haremos referencia al sector educativo como un actor que ha levantado su puño y ha alzado su voz exigiendo justicia social.
Después de mirar ciertas características del movimiento estudiantil tendríamos que abordar el presente del mismo, y desarrollar cuales son sus perspectivas en este proceso de negociación al conflicto social, político y armado y de paso sus desarrollos sobre la paz que necesita el país.
La MANE, como la última expresión organizativa del estudiantado colombiano ha venido desarrollando aportes a la búsqueda de la paz en el país, pues en sus desarrollos o intentos de construir una ley alternativa de educación superior, ha planteado unos argumentos que intentan develar cómo el conflicto social, político y armado tiene cabida en los espacios académicos, y no solo ubicar los problemas de la educación, sino como la educación puede contribuir a la construcción de una país con soberanía, democracia y paz.
Para abordar el tema del movimiento estudiantil y su perspectiva de paz, se nos hace necesario retomar algunos elementos que se han arrojado en distintos documentos que han salido de la Mane, antes de entrar en los detalles habría que mencionar que hoy día la MANE, demuestra con sus actos y discusiones que el manifiesto de Córdoba sigue vigente casi 100 años después, pues la discusión por autonomía y democracia universitaria ha tomado mucha fuerza últimamente en las universidades del país y más con la militarización que se ha hecho de las mismas.
En relación con lo dicho anteriormente, la autonomía universitaria es uno de los puntos que más relación tiene con la negociación al conflicto armado, aunque este punto puede ser muy general y engloba bastantes elementos problemáticos, se ha venido planteando la desmilitarización de los campus universitarios, dado que la única solución que el gobierno encuentra a las problemáticas que viven las universidades es reprimiendo a los y las estudiantes, y las administraciones o los entes que gobiernan las universidades no han tenido la valentía de poner su voz de rechazo ante esta situación demostrando una vez más cuales son sus intereses.
Por otra parte la MANE ha manifestado su oposición a las políticas guerreristas del actual gobierno (que como vimos en la primer parte de esta ponencia, prioriza la solución militar del conflicto armado), manifestándose en contra del alto presupuesto que se le destina anualmente a la guerra, y haciendo una fuerte crítica del poco, que se le destina a la educación, ya sea para su funcionamiento anual, o para ayudar a subsanar el déficit de más de 11 billones con el que cuentan las universidades públicas del país.
En esto la MANE y otros sectores sociales han sido muy insistentes, en que el presupuesto que necesita la educación está en la guerra, pues mientras un estudiante le cuesta al estado 8 millones de pesos un soldado puede estar valiendo 21 millones de pesos, esto solo por poner un ejemplo, ya que el solo traje que porta un agente del ESMAD cuesta $ 3,600.000 aproximadamente mientras que las políticas de bienestar estudiantil son cada día más precarias, y mientras el déficit económico de la universidades es de 11,2 billones de pesos el gobierno destina para la guerra 26,1 billones de pesos.
Además de esto, la MANE también ha manifestado la necesidad del respeto por la movilización, no solo como sector estudiantil, sino también de otros sectores. Pues claro esta que el gobierno sale a hablar de paz, a la vez que reprime la movilización, criminaliza la oposición, judicializa sus líderes, entre otras medidas que son asumidas como estrategias para contener el avance del movimiento social. Dado esto, el movimiento estudiantil se ha manifestado en contra de las estrategias del gobierno, y se ha pronunciado a favor del respeto a la movilización como una verdadera garantía para la construcción de paz en el país.
Con lo anterior, no pretendemos en ningún momento hacer una apología del movimiento estudiantil colombiano, sobre el cual, tenemos diversidad de críticas, y que, asumiendo nuestro papel como activistas hemos planteado, y trabajado para tratar de dar trámite a esos aspectos que son obstáculos en la construcción como un movimiento unido y fuerte.
En este sentido, tenemos muy claro que al interior de la MANE, existen diferentes tensiones que han limitado el papel activo del movimiento estudiantil como un sujeto constructor de paz. Pocas han sido las discusiones que se han abordado en concreto de este tema, su caracterización es limitada (más allá de proponerse como un concflicto integral, social, político y armado), y no hemos avanzado en como ser partícipes en concreto. Esto tal vez se deba al eterno sectarismo, que claro esta, no solo se da en las esferas del movimiento estudiantil colombiano, sino en gran parte del movimiento social colombiano, y sumado a esto, las diversidad en las lecturas e intereses, la priorización de otras discusiones como la de construcción de ley, y la falta de pensarnos y desarrollar espacios en concreto para discutir el tema de la paz.
Como se mencionó anteriormente la MANE o el movimiento estudiantil no son los únicos actores en este proceso, pues hay otras organizaciones que también desarrollan su trabajo desde lo educativo que se han sumado a esta labor. Es el caso del congreso educativo de los pueblos que busca la articulacion de los diversos procesos y personas que ven en la educación una herramienta más para la construcción de un país con vida digna.
Desde este proceso que surgió como un mandato de la instalación del congreso de los pueblos se plantea que:
“Los fines de la educación colombiana están dirigidos a profundizar los valores que el modelo económico ha infundido, a resaltarse principalmente el Individualismo, el egoísmo, la competencia que se reflejan principalmente en las normas que regulan la educación básica, media, la educación superior. Los decretos que regulan la actividad docente, las evaluaciones de competencias, las limitaciones para el acceso a la educación en todos sus niveles, los arreglos de los planes académicos para las distintas instituciones educativas, permiten entrever, que nuestra educación lejos de ser un derecho, es un bien disputado por quienes la defienden y entre quienes han comandado la guerra en Colombia”.
De este proceso poca gente sabe de su existencia y ha sido difícil su corto caminar, pero aun así, uno de sus encuentros, denominado educación para la paz, arrojó elementos esenciales para la comprension de la paz y la consecución de esta por medio de la educación. Pues si la paz es vivir dignamente, la educación juega un papel fundamental en este proceso y no es precisamente la alfabetización o adquisición de un diploma que nos permita ascender en la escala social, por el contrario es la posibilidad de ver en la educación como práctica social soluciones reales a muchos conflictos que atraviesa el pais, pues es ilogico solucionar un conflicto armado cuando nos estan educando para la guerra, cuando la competencia es una de las características principales del modelo educativo colombiano, cuando el egoísmo y el individualismo priman en las aulas de la clase y más aún cuando la exclusión social se hace manifiesta.
Si bien desde el congreso educativo se intenta consolidar un movimiento por la educación que pueda pelear por los derechos que en esa materia se nos han negado, es también la posibilidad de mandatar una propuesta educativa para el país, es la posibilidad de pensar que educación necesitamos para construir esos hombres y esas mujeres que van a forjar un país con vida digna.
Así pues que la perspectiva del movimiento estudiantil y del sector educativo en relación con la construcción de paz, no ha estado guiada por la necesidad de estar en una mesa de negociación, sino que por el contrario ha sido más la posibilidad de plantear elementos esenciales a tener en cuenta en la construcción de una paz con justicia social.
Solo queda por decir que:
Nuestra paz, es la paz con cambios! La paz es acceso a los servicios públicos de manera gratuita, paz es salud y vivienda, paz es soberanía y autonomía nacional, paz es educación para todos y todas.
Octubre 2013